viernes, 22 de agosto de 2008

POSTALES DE CELAYA 4

Lo mismo pudiera ser 1998 o el 2008, me despierto, sólo quedamos en la casa la gata y yo. Automáticamente prendo la tele, me dirijo al baño. En el espejo la imagen de un bigote bicolor y los almohadazos que hacen más notoria la escasez del pelo. Una enjuagada rápida a la cara y ya. Los planes para el día son proporcionales a la cantidad de dinero que encuentro en la cartera, nada. La gata entra al cuarto, maúlla y señala en dirección al closet, lo que en su lenguaje significa que la cargue y la ponga en el estante superior. Me aburren las olimpiadas, tomo un libro que nada tenga que ver con la especialidad. Pero no me concentro, sólo pienso en lo que estaba pasando hace 10 años. Vivía en esta calle, sólo a dos cuadras de distancia. Cursaba 5o semestre de preparatoria, con la esperanza de entrar a la escuela de medicina, con los fines de semana ocupados en la cruz roja, las primeras pedas y préstamos del coche de mis padres. ¿Qué pasaría si hablara con aquel joven de 16 años? ¿Cómo tomaría todo lo que pasó en esos 10 años? ¿Lo disuadiría acerca de algo? No creo, sólo le pediría que se tomara las cosas con más tranquilidad, que a fin de cuentas todo salió bien.

En esta época de mucha incertidumbre sólo queda esperar lo que pueda aconsejar el yo del 2018.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguro te dira que te quedas calvo

Grajales dijo...

Se están tomando medidas a ese respecto