viernes, 18 de julio de 2008

COMPRA INTERRUPTUS, O POR QUÉ NO HE INICIADO LA COLECCIÓN


Fue amor a primera vista, el escaparate era un baldío rodeado por una malla ciclónica, pasto crecido, los adornos en las paredes eran tapones de coches antiguos. Y de los últimos, había muchos, en todos los estados, de todos los precios. Desde los que descansaban su añoso cuerpo sobre ladrillos, hasta las llantas de cara blanca y rines de rayos. Desde los módicos $3000 pesos hasta los incosteables $60000. Volví forzoso el recorrido por el frente del lote de coches usados-deshuesadero-santuario, prefieriendo hacer uso de la carretera libre que la autopista Querétaro - Celaya, sólo para contemplarlos. Los veía como el niño que va a la perrera a escoger mascota, sabedor de que todos necesitan cariño y atención, y la imposibilidad de escoger más de uno. Conociendo que se acercaba mi cumpleaños y la proximidad de una raquítica beca (y las promesas de que sacaría lana en el servicio, JAJAJAJA), con cámara en mano me dirigí a la agencia. Tomé fotos de aquellos que estaban dentro de mis posibilidades (de 3 a 10,000), pero el indiscutible ganador fue un Galaxie '68 azul con toldo blanco, que en su parabrisas anunciaba el precio "5,000". Me dirigí a mi única fuente de financiamiento, el banco Carmela, le enseñé las fotos y le expliqué que antes de ser una compra, era una adopción. La respuesta fue un rotundo: "No, para qué, ya tienes coche, nada más me lo vas a dejar en la cochera a que se pudra, ya te vas de aquí no, a poco te lo vas a llevar", Sin estar derrotado aún le mostré a Jorge las fotos y el plan, y ante mi sorpresa me dijo "si te doy el dinero, pero a ver cómo le haces para traertelo" a lo que yo respondí con la mejor de mis sonrisas pensando "No te apures, si se ocupa una grúa ya te llegará la factura". Con el dinero en la mano, me dirigí raudo a Querétaro. Cantando a grito pelado The Killers y con las ventanas abiertas, lleno de felicidad. La cual se esfumó en cuanto llegué a la agencia de coches, antes del 5000, ahora aparecía un 4, lo que hacía 9 veces más caro. Sentí una opresión torácica. El resto de los coches, que estaban dentro de mi poder adquisitivo ya no fueron opción, a algunos les faltaban las llantas-motor-transmisión o todo. Regresé a Celaya con el estéreo apagado, porque se me quitaron las ganas de cantar.

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