domingo, 20 de julio de 2008

POSTALES DE CELAYA 2


No se esperaba que después de semejante sesión hubiera otra sorpresa. Eran las 2 de la mañana, en una de las avenidas del pueblo, donde ya casi se junta con los otros. Iba manejando como de costumbre, con una mano en tu pierna y otra al volante. Luego un tope, y ahí estaba con un calcetín mugroso a modo de collar, sentado en el carril de alta. Le pité y ahí seguía, pasmado. No se movió hasta que abrí la puerta del coche. Como si fuera la costumbre se acercó moviendo la cola, lo único que quedó fue cargarlo y ponerlo en mis piernas. Se quedó dormido en el instante, ya nada más nos volteamos a ver, levantaste la ceja y pensé Ni modo. Cuando te bajaste chilló un poco, pero dos o tres sobadas lo consolaron. Lo dejé en la cochera de la casa con viandas y una toalla vieja. Al siguiente día pensé que se había ido, pero por precaución le dije a Carmela que tuviera cuidado de no atropellar al perro. Hasta ahí todo fue dulzura, hasta se dejó llevar al veterinario, despulgar y vacunar. Pero a los pocos días se posesionó un demonio del Killer, obligándolo a morder a cuanto objeto se le parara enfrente, brincar como su estuviera parado en comal. Incapaz de entender que no era posible que me lamiera la cara y manejar al mismo tiempo, o la posibilidad de que muriera si se lanzaba de un vehículo en movimiento, que a Carmela no le gustaba que rompiera las sábanas o le mordiera el pelo o las nalgas. A pesar de eso cada día lo quise más, fue la mejor compañía los días antes del examen. Me llevaba jalando a donde el quisiera o estuviera la caca de perro más próxima, mientras trataba de leer bancos de preguntas o apuntes. Y en el remoto caso de que se cansara, lo cargaba de regreso o nos sentábamos sólo para que mordiera el resorte de mis calzón hasta romperlo. Lamía las cocas, se comía una paleta y después le entraba a mi helado, siempre se quiso aparear con la pierna de Moniquita. Al saber Carmela que cambiaría de residencia lo primero que preguntó fue: ¿Y te vas a llevar al chingado perro?. Nadie que lo conociera lo quiso adoptar. Hasta que en una consulta una señora me comentó que estaba triste la niña porque se le había ido el perro. Pensando en matar dos pájaros de un tiro, o por lo menos uno que me aquejaba lo suficiente, le ofrecí al Killer. Deespués de la obvia descripción con algunas omisiones: "Es como el vagabundo, de la dama y el vagabundo, muy cariñoso..." lo aceptaron. El día que lo entregamos ni volteó para despedirse, se fue brincando tratando de morder la trenza de su nueva ama. Me dijo días después que chilló tres noches, pero que al cuarto día ya estaba como nuevo: "Espanta a los pollos, pero no los muerde... al que si muerde es a otro perro, lo arrastra del cuello, al principio chillaba pero ya se acostumbró a que lo zangolotié... ya hasta va a buscar a la niña cuando sale de la escuela a la carretera...". A veces lo extraño, quisiera sacarlo a pasear, y la huevona de la gata no se presta para eso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que triste!!! casi lloro!

Grajales dijo...

Cuando llego a mi casa, de repente me asomo a un ventanal y como que espero verlo sentadillo moviendo la cola, ya no sigo porque chillo... jejeje